Gigantes

19/2/10.

Como todo el mundo sabe, el gigante es un ser de tamaño descomunal y con una fuerza enorme. Para la creación de este ser fantástico las distintas civilizaciones han utilizado el recurso de exagerar el rasgo del tamaño para infundir miedo, lo que explicaría que en la mayoría de las mitologías los gigantes aparezcan como seres hostiles y temibles.

En la mitología nórdica , los gigantes fueron los primeros seres que existieron, muy anteriores a los hombres. Procedían de Ymir, el gigante primigenio que apareció al principio de los tiempos y al que mataron los dioses Odín, Vili y Ve para crear el mundo. De su carne crearon la tierra, de sus huesos las rocas y de su sangre los lagos y los mares. Los gigantes representaban para los nórdicos las fuerzas del caos contra las que luchaban los dioses para mantener el orden del universo.

Para la tradición bíblica, los gigantes nacieron de la unión de los ángeles y de las mujeres. Cuenta la biblia en el Génesis que cuando se multiplicaron los primeros hombres y procrearon hijas, los hijos de Dios (los ángeles) se fijaron en la hermosura de las hijas de los hombres (las mujeres) y tomaron las que más les agradaron. De esta unión surgieron los gigantes, los héroes del tiempo antiguo. Según una leyenda judía, difundida por los talmudistas,, había gigantes dentro del arca de Noé, y como ocupaban mucho sitio, hicieron salir al rinoceronte, que seguía el arca a nado.

Los gigantes también están presentes en la mitología celta, pero para este pueblo eran seres de carácter afable y bondadoso, a diferencia de los ogros, que eran gogantes crueles y sanguinarios. Algunos de sus héroes eran gigantes, como Fin Carn Calva, un gigante bondadoso y simple que mató torpemente a uno de sus amigos al abrazarlo, o Bran el Bendito, un gigante mítico que protegió Gran Bretaña de los invasores.

En la mitología griega los gigantes fueron creados por Gea (la madre Tierra) a partir de la sangre de Urano (el Cielo) para vengar a los Titanes, sus primeros hijos, a quienes Zeus tenía encerrados en el Tártaro. En cuanto nacieron los gigantes, atacaron al Cielo con enormes peñascos y le declararon la guerra a Zeus y al resto de los dioses olímpicos, incitados por Gea. A esta guerra se la conoce con el nombre de Gigantomaquia y refleja la lucha de los dioses contra el mal, para restablecer el orden del mundo.

Cuenta la mitología escandinava que uno de los aesir (tribu de dioses a la que pertenecía Odín) mató al gigante Thjazi, dejando desconsolada a su única hija, la giganta Skadi. Los aesir le ofrecieron como compensación a su tragedia el poder escoger como marido a uno de ellos, aunque para elegirlo sólo podría verle los pies. Skadi los observó durante un rato y se quedó con unos muy limpios y blancos, pues pertenecían a Njord, el dios del mar, cuyas aguas lo lavaban constantemente. El matrimonio no fue feliz, pues en las montañas de Skadi, Njord echaba de menos el mar y en alta mar, Skadi se mareaba. Finalmente se separaron y Skadi siguió sola.

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