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La mandrágora o hierba de Circe

25/1/10.
Planta mágica tan codiciada como temida, la mandrágora florece especialmente al pie del cadalso. Su raíz es muy reconocible por su forma humana y por los estridentes gritos que emite.
La mandrágora es una hierba vivaz que florece en los países de la cuenca mediterránea. Sus raíces, de formas retorcidas y caprichosas, adoptan a veces la forma de un ser humano. Esta característica y las virtudes alucinógenas de la planta han dado lugar a numerosas creencias asocoadas a ella. Las leyendas afirman que traía suerte, riqueza y fecundidad, o incluso que permitía predecir el futuro.

En la Edad Media, el mito de la mandrágora adquirió incluso una mayor importancia. En adelante se la llamaría "semihombre" u "hombre plantado", ya que su raíz es considerada un ser vivo. Las leyendas decían que emitía unos gritos de agonía tan estridentes, que quien la arrancara del suelo sin cuidado se arriesgaba a morir o a volverse loco. El gran alquimista Paracelso (1493-1541) describió en sus textos los rituales que deben rodear a la peligrosa cosecha de la planta. Después de trazar tres círculos alrededor de la planta con un puñal bendito salmodiando plegarias, hay que atar su base a la cola de un perro negro con una cuerda. Después es conveniente taparse los oídos con cera y atraer al perro desde lejos haciendo sonar una trompa.
Así, la planta es arrancada y, al emitir su estremecedor grito, mata al perro al instante.

Las mandrágoras más apreciadas eran las que crecóan al pie de las horcas, puesto que se suponía que el esperma de los colgados aumentaba su potencia y vigor. Después de cogerla, era conveniente lavar la raíz, macerarla en vino y enrollarla sucesivamente en sedas blanca, roja y negra. Entonces estaba por fin lista para traer suerta, prosperidad y fecundidad a su propietario hasta el fin de sus días, con la única condición de que la alimentara regularmente con hostias consagradas.

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